12 Mayo 2020 | Autora: Lidia Mª Díaz. Presidenta de la Asociación Española contra la Despoblación
Adaptando este refrán tan español, podemos también decir… Explicarnos despacio esta parte, que no podemos esperar.
Hay noticias que son tan antagónicas y que por fuerza tenemos que leerlas dos veces para comprender que seguramente, las dos son ciertas porque se miran desde posturas opuestas. Nuestra intención en este artículo es exponer algunas de estas distintas posturas, sobre todo para reflexionar.
En el diario rural hablando del paro, la referencia a este en el mes de Abril: “el desempleo se incrementa en 219.128 (8,76%) personas. En la Industria sube en 26.832 (8,92%), en la Construcción se incrementa en 25.055 (7,84%) personas, en la Agricultura en 4.015 (2,52%) y en el colectivo Sin Empleo Anterior aumenta en 7.861 personas (2,95%)”.
En el blog de Funcas del 9 de abril de 2.020, se hace una exposición de las carencias que tienen agricultores, en este caso, de mano de obra para recoger sus cultivos: “las medidas de aislamiento han provocado la falta de aproximadamente 150.000 trabajadores para recoger la producción agrícola durante las próximas semanas. No es solo que el cierre de las fronteras impida a las explotaciones agrícolas contar con los habituales temporeros extranjeros, sino también que las restricciones a los desplazamientos interiores y las medidas de distancia social dificultan la organización del empleo agrario temporal, hasta hacerla casi imposible”.
Así mismo, en la Gaceta de Salamanca, informan que “no hay esquiladores para sus ovejas”, nos ponen dos ejemplos de esquiladores que no han podido acudir a su trabajo por temas de cierre de fronteras.
Por otra parte, en la web de Picotas del Jerte, nos hacen un resumen de necesidades en España de temporeros y temporeras: “En el conjunto de Extremadura, la campaña de recogida de fruta con hueso necesitará unos 40.000 trabajadores a partir de mayo. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha cifrado en entre 100.000 y 150.000 los trabajadores que necesita el campo español para la recogida de diferentes tipos de cosechas.”
En este sentido, el Valle del Ebro precisa 50.000 personas, mientras los cultivos de níspero y ajo en Alicante demandan 200 trabajadores. Y, en Huelva, donde la campaña de fresa demanda tradicionalmente 9.000 empleados, solo se cuenta con el 40% de los necesarios.
Ante todas estas noticias y las que se van sucediendo, no podemos más que pensar que el sistema organizativo económico y social, no está funcionando.
Me resulta complicado pensar que a la agricultura y ganadería le salga más barato contratar personas de otros países y que su economía no se resienta con esos gastos.
Me resulta complicado pensar que, según el INE, en el primer trimestre del 2020 “El número total de parados se sitúa en 3.313.000”.
A partir de aquí, que son datos y reflejan un gran problema, hay noticias variadas en todos los sentidos.
Unos dicen que los trabajadores de España no aguantan el ritmo, otros que no aguantan el calor, otros que las condiciones de viviendas no son dignas, más allá comentan que el salario quitando manutención y cama se queda en nada para la familia, etc.
Y creemos, que en el fondo, todas son válidas. Por ello, pensamos que esta desconexión, es de fondo, es estructural.
Nos sentimos obligados a reflexionar
Si las condiciones de vida durante las recogidas son tan malas, ¿acaso no serán también malas otros años para las personas que la realizaban?, y entonces, ¿Por qué se permitían?.
Si los agricultores, están en pérdidas o con unos márgenes pequeñísimos, entra dentro de la lógica que no puedan permitirse más gastos, entonces, ¿dónde va esa diferencia de dinero que los consumidores pagamos y los agricultores y ganaderos no reciben?.
Si la Administración, como Ente sin personalidad, no puede hacer nada para poner en relación esa necesidad de unas 150.000 personas para cubrir las recogidas de estos meses, con los 3.313.000 de personas en paro, es que la máquina que la hace funcionar es lenta, es obsoleta y no es útil.
El mundo rural de España, está muriendo porque está envejecido, porque es muy duro vivir en el campo, de la agricultura, de la ganadería, porque no somos capaces de poner de acuerdo a unos y a otros, porque se utiliza en muchas ocasiones como zonas de veraneo, ahora llamadas segundas residencias y no hay casas para posibles nuevos pobladores, claro, tampoco hay trabajo para estos nuevos pobladores.
Quizá lo hubiera si lográramos comprender, que el trabajo de los años 60, 70 e incluso 80, donde entrabas a trabajar en un sitio y te jubilabas en el mismo, ha desaparecido casi por completo. Ahora nos toca la movilidad, la flexibilidad y si fuese posible algo de teletrabajo, con una casa donde volver y unos servicios acorde a las nuevas necesidades.
El desarrollo rural, se ha puesto de moda, con iniciativas válidas pero inconexas, tenemos prisa por evitar el despoblamiento, sin embargo, esas prisas, no pueden servir de disculpa para vestirnos el jersey debajo de la camisa.
Cuando voy a un pueblo, y veo casas rehabilitadas y cerradas, me recuerdan a los fantasmas de las ciudades de la Costa Turística de toda España. En invierno, ventanas y ventanas de edificios cerradas, locales comerciales cerrados, calles vacías entre la lluvia y la niebla, todo acumulando polvo hasta el siguiente verano. Aunque en los pueblos algunas ya no se abrirán más y el polvo se sumará hasta el derrumbe de muchas de ellas.